Una de las principales preguntas de todo ser humano tiene que ver con el propósito de la vida. ¿Para qué existimos? En conversaciones filosóficas, a esta cuestión corresponde a la teleología (no confundir con teología). Según la cosmovisión de cada persona, así será lo que entiende como causa final de su vida (y de la vida en general).

Con palabras más o palabras menos, nuestra sociedad afirmaría sin titubear que el fin de la vida es ser feliz. Es decir, el objetivo principal de la existencia en esta tierra es alcanzar la felicidad. La cultura de consumo refuerza este mensaje diciendo que tener más es mejor. Vivimos para comprar, trabajamos para gastar. Además, todo un enfoque en el placer, bienestar, o satisfacción personal pone la mirada en vivir para nosotros mismos.

¿Qué ves a tu alrededor como el propósito de ser de las personas? ¿Qué anhelan? ¿A qué se entregan? ¿Qué conduce sus vidas?

Y en tu caso, ¿qué responderías? Para ti, ¿qué es la vida?

El apóstol Pablo escribió una carta a los creyentes en Filipos expresando gratitud por el cuidado que tenían de él. Epafrodito había traído una ofrenda de parte de aquella comunidad de creyentes, y aquel viejo y sabio hombre aprovecha para responder con una cátedra acerca de lo importante en la vida. 

Sin afán de entrar en polémica, muchos autores afirman que el tema central de la carta es el gozo. En efecto, si cuentas las veces que Pablo aborda el tema te darás cuenta de que es un asunto sobresaliente. El apóstol habla del gozo que siente porque los hermanos se motivan a predicar a Cristo, dice el gozo que vive aun siendo prisionero, y reta a los creyentes a regocijarse en el Señor. Es un tema que se repite en la carta. Sin embargo, no me parece que el apóstol esté interesado en instruir a los filipenses a que sean felices. Más bien, ese gozo del que habla es el resultado de algo más. 

Te invito a leer esta breve epístola, y mientras lo haces, te animo a tener esta pregunta en mente: ¿En quién debe estar centrada la vida del creyente?

Observa con cuanto énfasis Pablo da testimonio de una vida centrada en Cristo. Su meta es Cristo. Además, reta a los filipenses a vivir entregados a Cristo. 

Una de las lecciones principales que encontramos es que mientras el propósito de tu vida sea Cristo, vas a estar bien. Tendrás paz y gozo, aun en medio de la aflicción. 

Es una decisión tanto personal como radical. Es una entrega total que no solo se dice con meras palabras sino se demuestra con cada acción. De hecho, si Cristo es lo principal en tu vida, todo en tu vida es Cristo. Cada elemento de la vida se sujeta y se conduce por Cristo. 

“Mi ardiente anhelo y esperanza es que en nada seré avergonzado, sino que con toda libertad, ya sea que yo viva o muera, ahora como siempre, Cristo será exaltado en mi cuerpo. Porque para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia.” (Filipenses 1:20,21)

En el mundo hoy, la muerte es la peor tragedia para el ser humano. Es la peor pérdida. Para aquellos rescatados por Cristo, la muerte ha sido derrotada. Ahora es una victoria. 

En el mundo hoy, la vida es entregarse a lo que te haga feliz. Para el creyente, Cristo es la vida. El vivir es Cristo, y nada más. Decisión personal y radical.