Introducción

Gran parte de nuestra fe está envuelta en misterio. Es imposible comprender completamente la grandeza y complejidad de Dios con nuestro limitado entendimiento humano. Pero como hemos visto esta semana, tenemos un Dios que anhela ser buscado. Que tus preguntas y dudas acerca de Dios y su creación solo te impulsen más a buscarlo, porque Él ha dejado claro que si lo buscas, lo encontrarás.

Pasaje Bíblico

“Gloria de Dios es ocultar un asunto, y gloria de los reyes el investigarlo”. Proverbios 25:2

Adoración

Brillas | Factor de Cambio

Brillas – Starlight en Español

Starlight de Bethel traducida al español e interpretada por Factor De Cambio.Factor De Cambio es parte del grupo de jóvenes de la Iglesia Ríos de Vida en Qui…

Devocional

El hecho de que Dios oculte cosas tras el misterio para que sus hijos las investiguen es una de las verdades más curiosas y maravillosas de la Biblia. Proverbios 25:2 dice: “Gloria de Dios es ocultar un asunto, y gloria de los reyes el investigarlo”. A los que hemos sido hechos reyes y reinas por la sangre de Jesús, se nos ha concedido acceso a los misterios de Dios. Dios en su gracia nos ha dado el derecho de conocer la mente de Cristo (1 Corintios 2:16).

¿Cómo sería la relación con el Dios del universo sin el misterio? ¿Cómo sería conocer al Dios que ha formado galaxias y planetas más allá de todo lo que descubriremos sin lo que permanece desconocido? Fuimos hechos para ser cautivados por los misterios de nuestro Padre celestial. Fuimos creados para buscar lo que no está claro para nosotros. Dios nos está invitando a preguntar, cuestionar, buscar y encontrar lo que trasciende lo natural y se extiende hacia lo desconocido: lo eterno.

Colosenses 2:1-3 dice:

“Quiero que sepan qué gran lucha sostengo por el bien de ustedes y de los que están en Laodicea, y de tantos que no me conocen personalmente. Quiero que lo sepan para que cobren ánimo, permanezcan unidos por amor, y tengan toda la riqueza que proviene de la convicción y del entendimiento. Así conocerán el misterio de Dios, es decir, a Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento”. 

Todo misterio encuentra su resolución en la persona de Jesucristo. Dentro de él moran “todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento”. Y mientras más conocemos a la persona viva y activa de Jesús a través de su Espíritu, más recibimos revelación importante y transformadora. Verás, incluso algo tan fundamental para la fe cristiana como la gracia está cargada de misterio. Los poderosos efectos del sacrificio lleno de gracia de Jesús desconciertan a la mente. ¿Cómo podría un hombre al dar su vida poner la justicia y la salvación a disposición de todos? Pero en la gracia de Dios esto es completamente posible, y solo cuando verdaderamente busquemos los misterios cargados dentro de la gracia, comenzaremos a experimentar todos los efectos poderosos que ella nos ofrece.

Que, como hijos de Dios, crezcamos en amar los misterios que nos han sido revelados por nuestro amoroso Padre celestial. Que disfrutemos el proceso de buscar las cosas más profundas dentro del corazón de Dios con la ayuda del Espíritu Santo, y que lo que es invisible, celestial y eterno comience a tener un impacto profundo en nuestras perspectivas, emociones, pensamientos y acciones. Busca hoy los misterios de tu fe y descubre cuán vasto es y cuán disponible está el amor de tu Padre celestial para ti.

Guía de Oración

1. Medita en el llamado que tienes ante ti para buscar las cosas más profundas de Dios. Permite que la Biblia despierte tu deseo por los misterios de tu fe.

“Gloria de Dios es ocultar un asunto, y gloria de los reyes el investigarlo”. Proverbios 25:2

“Ahora me alegro en medio de mis sufrimientos por ustedes, y voy completando en mí mismo lo que falta de las aflicciones de Cristo, en favor de su cuerpo, que es la iglesia. De esta llegué a ser servidor según el plan que Dios me encomendó para ustedes: el dar cumplimiento a la palabra de Dios, anunciando el misterio que se ha mantenido oculto por siglos y generaciones, pero que ahora se ha manifestado a sus santos. A estos Dios se propuso dar a conocer cuál es la gloriosa riqueza de este misterio entre las naciones, que es Cristo en ustedes, la esperanza de gloria”. Colosenses 1:24-27

2. ¿Qué partes de tu fe todavía no has investigado? Pídele a Dios que te revele los misterios que tienes ante ti para que puedas tener una revelación más profunda de quién es él y de lo que ha hecho.

3. Tómate un tiempo para indagar en un aspecto de tu relación con Dios. Puede ser algo sobre su creación o un aspecto como la gracia, el perdón o el amor.

“El corazón me dice: ‘¡Busca su rostro!’. Y yo, Señor, tu rostro busco”. Salmo 27:8

“Quiero que sepan qué gran lucha sostengo por el bien de ustedes y de los que están en Laodicea, y de tantos que no me conocen personalmente. Quiero que lo sepan para que cobren ánimo, permanezcan unidos por amor, y tengan toda la riqueza que proviene de la convicción y del entendimiento. Así conocerán el misterio de Dios, es decir, a Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento”. Colosenses 2:1-3

Lectura Complementaria

Junto con el deseo de Dios de que investiguemos un misterio, está la verdad de que no estamos destinados a comprender completamente cada parte de Dios y del cristianismo. Parte de la belleza de nuestra relación con un Dios omnipotente, omnipresente y eterno es que siempre habrá partes de él que serán un misterio para nosotros. Que Dios siempre ha existido y que es tres personas en una son paradojas demasiado grandes como para poder comprenderlas. Simplemente debemos confiar en la verdad de la Biblia y no insistir en lo que no podemos entender. Debemos resolver solo lo que se puede resolver. Que puedas indagar en todos los misterios que te han abierto la sangre de Jesús y el Espíritu Santo que mora dentro de ti, mientras que al mismo tiempo disfrutas de todos los elementos insondables destinados a despertar tu asombro y admiración.

Lectura Complementaria: Colosenses 1 o ve el video de el Proyecto La Biblia en Colosenses.