Hace poco mi niña de 8 años me dice: Mamá, si pudiéramos saber el futuro, ¿qué pasaría? Confieso que no pude contestarle rápido. Suspiré y por unos segundos me imaginé el panorama, al punto que me llené de ansiedad. Y le dije: Hija, si supiéramos el futuro, te aseguro que no podríamos disfrutar el presente. Eso significa que sabremos de qué enfermedades padeceremos, si tendremos accidentes, pérdidas, ¡cuántas cosas nos opacarán nuestro presente! Definitivamente Dios sabía lo que hacía al no darnos la potestad de saber el futuro. Se nos iría la vida tratando de cambiar en lugar de forjar el futuro. 

Si Dios no nos permite saber ni tener control sobre el futuro ¿entonces por qué siempre tendemos preocuparnos por lo que sucederá? A eso Jesús le llamó: afán.  El enemigo de la fe y el amigo de la ansiedad.  Constantemente vivimos una lucha mental y emocional porque no sabemos lo que sucederá. En el proceso de ayudar a personas a manejar eventos traumáticos, he visto de cerca cuán perjudicial es para la salud física, emocional y hasta espiritual cuando no atendemos nuestras emociones

Es por esto que Dios en su infinita bondad, sabiendo que pasaríamos por estas cosas, nos dejó en Su Palabra, herramientas para identificar y vencer este evento inminente en nuestras vidas llamado afán y ansiedad. Una de estas, se encuentra en Mateo 6:34, en donde Jesucristo le enseña a sus seguidores a vivir un día a la vez.

“Así que no se preocupen por el mañana, porque el día de mañana traerá sus propias preocupaciones. Los problemas del día de hoy son suficientes por hoy.”   

Es interesante, que en medio de una serie de capítulos en donde se registra a Jesús enseñando principios fundamentales como el ayuno, la oración, la integridad, la generosidad, entre otros; Él incluye el tema del afán y la ansiedad.  Tal parece que Jesús sabía que atender las emociones es un elemento importante para nuestra salud integral.  Si tus emociones no están bien, lo sufre tu cuerpo, tu espíritu y tu relación con otros.

 Jesús nos invita a que, entre todas estas cosas importantes, aprendamos también a vivir un día a la vez. De lo contrario, no podremos enfocarnos en lo que es necesario y nos enfermaremos. Aunque la ansiedad es un sentimiento necesario para la sobrevivencia, tanto como la felicidad, la tristeza o el miedo, no debe ser un estado permanente.  

“La ansiedad se da por el miedo que existe en el ser humano al futuro y a lo que éste le puede deparar.” Es decir, que no proviene de lo que estás viviendo, si no de lo que estás pensando.  Proviene de lo que ocurre en tu mente y de tratar de resolver cosas que aún no han sucedido. Una vez que identificas cuándo la ansiedad está tomando un lugar en tu vida que no le corresponde, es importante atenderla. Y todo comienza con el principio que nos dejó Jesús, un día a la vez. 

Pero ¿cómo se vive un día a la vez en un mundo en dónde todo está tan acelerado y donde estamos forzados a planificar?  En realidad, sí tenemos que pensar acerca de nuestro futuro.  “La planificación es traer el futuro al presente para que podamos hacer algo al respecto hoy día.” Debemos planificar sobre el futuro, pero no afanarnos (preocuparnos) sobre él. Aquí te dejo 3 principios bíblicos basados en Filipenses 4, que serán tus aliados y recursos del Espíritu Santo para ayudarte en este proceso: 

  1. Que Dios sea tu fuente de Alegría: Alégrense siempre en el Señor. Insisto: ¡Alégrense!… El Señor está cerca.” Permite que Dios sea tu fuente de alegría al entender que nadie más tiene el poder de satisfacer tu necesidad física, espiritual o emocional y que Él nunca te dejará. (Fil. 4:4-5)
  2. No des lugar al afán. “No se inquieten (afanen, aflijan) por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.” (Fil. 4:6-7). Dios guardará aquellos lugares en donde están ocurriendo tus batallas, tu mente (pensamientos) y corazón (actitudes, emociones, sentimientos, inteligencia) mientras oras, presentas tus peticiones a Él y le das gracias (acto de fe y confianza).
  3. Combate esos pensamientos. “Por último, hermanos, consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio.” (Fil. 4:8) Dios te ha dado el poder de redireccionar tus pensamientos. Filtra constantemente tus pensamientos con esta palabra, y si no es algo que cumpla con una de estás cualidades, no es de Dios y no debes darle lugar en tu vida.

Te animo a que comiences a ocuparte del ahora en lugar de preocuparte del mañana.

“Echando toda su ansiedad sobre Él, porque él tiene cuidado de ustedes.” 1 Pedro 5:7