Jesús se hacía cada vez más famoso. Mucha gente se reunía para escuchar su mensaje, y otros venían para que él los sanara. Pero Jesús siempre buscaba un lugar para estar solo y orar.” Lucas 5:15-16

No sé ustedes, pero parece que todos han tenido suficiente de los demás en estos días. No sólo estamos en la semana un millón de distanciamiento social y cuarentena, sino que ahora es verano y nuestros hijos están oficialmente fuera de la escuela. Mucha gente sigue trabajando desde casa, mientras que otros siguen buscando trabajo. Además de todo esto, estamos viendo un movimiento de derechos civiles  que se está produciendo en todas partes después de las muertes de Ahmaud Arbery, Breonna Taylor, y ahora, George Floyd. Las opiniones están al rojo vivo. La tensión es muy alta. Todo el mundo se siente agitado y agotado. Tal vez piensas que esto es una cuestión que no te alcanza. Es algo entre ¨blancos y negros¨, pero déjame decirte que este es un  problema del corazón. No importa de qué raza o color de piel eres, la injusticia es algo que trasciende  y  lo único que puede cambiarlo es la obra poderosa de Dios en nuestras vidas.

Muchas de las cosas que suceden en nuestra cultura merecen y requieren indignación, lamento y acción. Nuestras almas tienen un trabajo agotador. Y para muchos de nosotros, este es un trabajo interno que estamos haciendo intencionalmente por primera vez. Gálatas 6:9 nos anima, “Y no nos cansemos de hacer el bien, porque a su tiempo segaremos, si no nos damos por vencidos”. 

Entonces, ¿cómo seguimos adelante en medio de este agotamiento y fatiga mental, emocional y física? 

En Miqueas 6:8, encontramos la clave de lo que Dios quiere hacer en nosotros que somos su pueblo y en nuestra nación. ¨¡Ya se te ha declarado lo que es bueno! Ya se te ha dicho lo que de ti espera el Señor: Practicar la justicia, amar la misericordia,  y humillarte ante tu Dios

Debemos unidos es este propósito al  caminar con Dios. Este esfuerzo para tener mayor comprensión, empatía y amor por nuestro prójimo no es algo que podamos manejar con nuestras propias fuerzas. Esto es más que una batalla de carne y hueso, sino una batalla espiritual. Mantenerse unidos  a Jesús en medio de la lucha por el cambio cultural y trabajar en nuestro cambio personal es la clave para una transformación duradera.

Para que el cambio que buscamos sea duradero, debemos hacerlo unidos a Dios quien es la fuente del verdadero amor, la fuerza y la justicia, el creador de la reconciliación.

¿Cómo te estás cuidando en medio de esta pandemia? ¿Estás haciendo espacio para estar tranquilo y al mismo tiempo levantando la voz ante la injusticia? Debes saber que en medio de todo este caos, correr a toda velocidad no es posible sin momentos de descanso diario con Dios. 

¿Estás teniendo el espacio que necesitas diariamente para encontrarte con Dios, tiempo para estar en silencio, para desconectarte del ruido, para procesar, y ser restaurado por Dios? Al traer tu dolor y lamento a él, ¿te estás tomando el tiempo para permitirle hablar y sanar tu corazón y tu mente? Para el padre, ¿estás tomando el tiempo para alejarte de tus hijos, simplemente para tener espacio para pensar y procesar sin el ruido? Un descanso de las redes sociales o de las noticias puede ayudar a lograrlo.

Puede ser el momento de desconectarse para refrescarse y volver a estar en sintonía con Dios. 

Hablar es importante, es necesario. Es un trabajo difícil y de gran valor (Proverbios 31:8-9). Amar a tu cónyuge, a tus compañeros de cuarto, a tus hijos es el ministerio más importante que tendrás. Soportar las cargas del dolor y el sufrimiento de nuestros hermanos y hermanas es la ley de Cristo (Gálatas 6:2). Todas estas formas en que Dios trabaja. Creo que hay una lección que podemos aprender de Jesús que debemos permitir que nos sostenga en este tiempo.

Incluso Jesús tuvo que retirarse de las multitudes y orar. Puede que no tengamos multitudes físicas debido al distanciamiento social, pero las multitudes en las redes sociales son muy reales y absorbentes. Amigos, no debemos abandonar nuestras almas, cuerpos y mentes en estos tiempos difíciles. El ministerio de tus hijos, tu esposa, tu familia, el mundo depende de ello.

“¡Aprendan a hacer el bien, esfuércense en hacer lo que es justo, ayuden al oprimido, hagan justicia al huérfano, defiendan los derechos de la viuda!” Isaías 1:17