Introducción
A lo largo de la Biblia vemos innumerables ejemplos de Dios encontrándose con el hombre e innumerables vidas siendo transformadas como resultado de esto. Estos ejemplos se encuentran en las Escrituras para estimular nuestra fe y para llenarnos con el deseo de encontrarnos con nuestro Creador. Cuando leemos acerca de la vida de David, debemos llenarnos de deseos de vivir como él, centrados en encontrarnos con nuestro Padre celestial. Cuando leemos acerca de Gedeón o Moisés, debemos anhelar conocer a nuestro Dios como ellos lo hicieron. Cuando leemos acerca de Jesús viniendo por nosotros o lo que sintió por la mujer sorprendida en adulterio, debemos responder buscando generar encuentros con nuestro Salvador. Cuando leemos acerca de Pentecostés y de la segunda venida de Jesús, debemos buscar la plenitud de la presencia de Dios que está disponible para nosotros en esta tierra como una preparación para la era venidera. Que esta semana tu corazón se llene de un sincero deseo de seguir encontrándote con Dios.
Pasaje Bíblico
“¡Cuán hermosas son tus moradas, Señor Todopoderoso! Anhelo con el alma los atrios del Señor; casi agonizo por estar en ellos. Con el corazón, con todo el cuerpo, canto alegre al Dios de la vida”. Salmo 84:1-2
Adoración
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Devocional
Los encuentros entre Dios y David moldearon la historia humana para siempre. David sabía lo que era estar en la presencia de Dios. De hecho, estar en la presencia de Dios fue su combustible, su mayor alegría y su fuente de coraje. En el Salmo 16:11 David escribe: “Me has dado a conocer la senda de la vida; me llenarás de alegría en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha”. Y en el versículo 5 dice: “Tú, Señor, eres mi porción y mi copa; eres tú quien ha afirmado mi suerte”. David fue un hombre que siempre eligió reunirse con Dios en lugar de llenar sus días con las cosas fugaces e insatisfactorias del mundo. Él centró su vida en el encuentro con Dios y esto cambió la historia no solo de su nación, sino también de las naciones venideras.
En 1 Samuel 17:34-37 vemos un panorama del impacto que provocaron los encuentros de David con Dios al principio de su vida. La Biblia dice:
“David le respondió [a Saúl]: ‘A mí me toca cuidar el rebaño de mi padre. Cuando un león o un oso viene y se lleva una oveja del rebaño, yo lo persigo y lo golpeo hasta que suelta la presa. Y, si el animal me ataca, lo agarro por la melena y lo sigo golpeando hasta matarlo. Si este siervo de Su Majestad ha matado leones y osos, lo mismo puede hacer con ese filisteo pagano, porque está desafiando al ejército del Dios viviente. El Señor, que me libró de las garras del león y del oso, también me librará del poder de ese filisteo’. ‘Anda, pues —dijo Saúl—, y que el Señor te acompañe’”.
En el campo David conoció el poder de Dios y el deseo de ser liberado. Aprendió lo que era encontrarse con Dios en el trabajo de todos los días y llevó ese conocimiento a cada batalla, prueba y fracaso. Lo vemos en el Salmo 16:1-2, donde David ora: “Cuídame, oh Dios, porque en ti busco refugio. Yo le he dicho al Señor: ‘Mi Señor eres tú. Fuera de ti, no poseo bien alguno’”. El rey David, el rey más grande que jamás se sentó en el trono de Israel dijo: “Fuera de ti, no poseo bien alguno”. David, de quien 1 Crónicas 29:28 dice: “Y murió muy anciano y entrado en años, en medio de grandes honores y riquezas”, afirmó que no tenía nada bueno aparte del Señor. David sabía que la presencia de Dios era la mejor parte de la vida. Sabía que el encuentro con su Padre celestial era mucho mayor que cualquier victoria, posesión, estatus u honor, y fue por esa razón que vivió una vida llena justamente de lo que buscó: la presencia del Dios vivo.
Tu Padre celestial desea encontrarse contigo como lo hizo con David. Él te ama igual que amó a David y a través del poderoso sacrificio de Jesús, tienes un acceso aún mayor al corazón de Dios. Tienes a Dios, el Espíritu Santo que mora dentro de ti. Elige hoy buscar un encuentro con Dios por encima de todo. Centra tu vida alrededor de la presencia de tu Padre celestial como lo hizo David. Vive para tener encuentros transformadores con Dios y observa cómo las cosas de este mundo se ubican en el lugar adecuado, proporcionándote paz, gozo y propósito trascendentes en medio de cualquier circunstancia.
Guía de Oración
1. Medita en el anhelo de David por la presencia de Dios. Permite que la Biblia te llene del deseo de reunirte con tu Padre celestial como lo hizo David.
“Tú, Señor, eres mi porción y mi copa; eres tú quien ha afirmado mi suerte”. Salmo 16:5
“Me has dado a conocer la senda de la vida; me llenarás de alegría en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha”. Salmo 16:11
“Cuídame, oh Dios, porque en ti busco refugio. Yo le he dicho al Señor: ‘Mi Señor eres tú. Fuera de ti, no poseo bien alguno’”. Salmo 16:1-2
2. Permite que estos otros pasajes te llenen de fe para encontrar la presencia de Dios. El Espíritu Santo mora dentro de ti y está listo para guiarte a un encuentro transformador con tu Padre celestial.
“Me buscarán y me encontrarán cuando me busquen de todo corazón”. Jeremías 29:13
“¿A dónde podría alejarme de tu Espíritu? ¿A dónde podría huir de tu presencia?”. Salmo 139:7
“¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien está en ustedes y al que han recibido de parte de Dios? Ustedes no son sus propios dueños; fueron comprados por un precio. Por tanto, honren con su cuerpo a Dios”. 1 Corintios 6:19-20
3. Tómate un tiempo para encontrarte con Dios. Pídele que te revele cuán cerca está. Pídele que te dé una pasión por su presencia como la que tenía David. Elige hoy centrar tu vida en torno a lo bueno de su cercanía.
“Vale más pasar un día en tus atrios que mil fuera de ellos; prefiero cuidar la entrada de la casa de mi Dios que habitar entre los impíos”. Salmo 84:10
Lectura Complementaria
¿Cuánto mejor serían nuestras vidas si simplemente decidiéramos centrarnos en reunirnos con el Dios de amor eterno, vivo y activo? ¿Cómo sería buscar su consejo a lo largo de nuestros días? ¿Cómo sería vivir siendo totalmente amado, querido, liberado y lleno de su presencia? A través de Jesús se nos ha puesto a disposición más de lo que sabemos. Se nos ha garantizado el acceso a la plenitud de la vida, el amor y la libertad. Todo lo que se requiere de nosotros es hacer espacio en nuestros días y buscar encontrarnos con Dios más que cualquier otra cosa. Que nosotros, como la novia de Cristo, elijamos amarlo por encima de todo.
Lectura Complementaria: Salmo 16 o ve el video de el Proyecto La Biblia en Salmos.