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“Mi amado habla y me dice: ‘Levántate, amor mío, hermosa mía, y ven, porque he aquí que el invierno ha pasado; la lluvia ha terminado y se ha ido. Las flores aparecen en la tierra, ha llegado el tiempo de los cantos, y la voz de la tórtola se oye en nuestra tierra. La higuera madura sus higos, y las vides están en flor; dan fragancia. Levántate, amor mío, hermosa mía, y ven. Oh paloma mía, en las hendiduras de la roca, en las grietas del acantilado, déjame ver tu rostro, déjame oír tu voz, pues tu voz es dulce, y tu rostro es hermoso. Atrapa para nosotros las zorras, las zorras pequeñas que estropean las viñas, porque nuestras viñas están en flor”. Cantar de los Cantares 2:10-15.

Señor,

Cuando sienta la tentación de priorizar otras cosas en lugar de buscarte, ayúdame a recordar que Tú no eres una obligación que deba cumplir ni algo que deba marcar en mi lista de tareas.

Recuérdame que tú eres quien me formó en el vientre de mi madre, que ves cada pequeña cosa que hago, y que todavía me llamas tu amado. Ayúdame a recordar que anhelas pasar tiempo conmigo.

Incluso amas mis rasgos de personalidad únicos y mis peculiaridades. Llévame hoy a una relación más profunda y auténtica contigo.

Saber que soy muy amado y aceptado por el que está sentado en los cielos me transforma por completo. Tu amor ayuda a que me vea como tú me ves. Y, a su vez, me lleva a amar a mi prójimo, e incluso a mis enemigos.

Dios, abre mis ojos para ver tu rostro y mis oídos para escuchar tu voz. Ayúdame a encontrar alegría en el hecho de apartar tiempo de mi día para estar contigo.

A medida que avanza mi día, ayúdame a identificar lo que este pasaje denomina “pequeñas zorras”, o los “malos hábitos”, que estropean mi relación contigo. Tus hábitos son hermosos, ¿me ayudarías a formar hábitos como los tuyos?

Ayúdame a disfrutar del tiempo contigo y a parecerme más a ti.  Gracias por amarme tanto.

Amén.