“Mira cuántas flores tienen aquellas plantas,” dijo Christie y señaló al patio donde había una maceta con una multitud de flores blancas, violetas, rojas y naranjas. “Una amiga me regalaba estas plantas y Dios las ha usado para enseñarme y animarme en este tiempo.”

Christie sufría de una enfermedad crónica. Desde hace varios años no tenía la energía para salir de su casa. De hecho pasaba toda la mañana en cama para poder estar en la sala cuando sus hijos adolescentes volvieron de la escuela.

Christie me explicaba que la amiga había colocado las plantas en el patio donde las podía ver desde su cama. Las flores alegraban sus largas horas allí, entonces le dolió mucho cuando una tormenta con granizo rompió los tallos y las desnudó de flores y hojas.

“Me sentía identificada” me dijo, “rota y desnudada de mis fuerzas y mi alegría¨. Pero míralas ahora. Están más llenas y más bellas que antes. Con esto Dios me ha enseñando que una tormenta puede destruir, pero él puede usar hasta la destrucción para crear más fuerza y belleza. Ahora entiendo el versículo que dice:  ¨El oro, aunque perecedero, se acrisola al fuego. Así también la fe de ustedes, que vale mucho más que el oro, al ser acrisolada por las pruebas demostrará que es digna de aprobación, gloria y honor cuando Jesucristo se revele.¨ (1 Pedro 1:7)

A todos la pandemia Covid-19 nos ha desnudado de algo o de alguien. A mí y a mi marido nos ha cambiado la vida. Nos ha quitado los viajes y las formaciones presenciales que son la base de nuestro ministerio y estilo de vida. Nos ha desnudado de la oportunidad de compartir la  vida con colegas y las personas a quienes servimos.

Hay muchos memes acerca de 2020. No he visto ninguna en que 2020 se le regala a alguien una barra de oro. Sin embargo, según Pedro, esta es la visión más adecuada de lo que estamos viviendo.

Cualquier tipo de prueba puede acrisolar nuestra fe, y ésta vale mucho más que el oro.

Pablo dice algo parecido: Pues los sufrimientos ligeros y efímeros que ahora padecemos producen una gloria eterna que vale muchísimo más que todo sufrimiento (2 Corintios 4:17)

Unos veinte años después de la conversación con Christie, le veía en la boda de uno de sus hijos. Lucía radiante, aun más que las flores en la maceta de su patio aquel día. Había recuperado su salud física y mantenía su vitalidad espiritual. Su vida da testimonio de que cuando Dios poda las ramas de nuestra vida, es para que demos más fruto todavía.

Necesito recordarlo.

Espero que el recordatorio también te sirva.