Ahhh, por fin llegó el otoño. Por supuesto que es un cliché, pero el otoño es mi estación favorita. Me siento especialmente feliz por el otoño de este año considerando lo desafiante que ha sido el 2020. Se siente como si estuviéramos un paso más cerca de un nuevo año y, por ende, un nuevo comienzo, una nueva historia. Me encanta el Otoño por el cambio de las estaciones, el cambio de clima. Y si eres de Dallas, como nosotros, es probable que tambien te guste. El calor intenso del verano finalmente ha terminado. Me emociona saber que nos estamos acercando a mis vacaciones favoritas, llenas de divertidas celebraciones familiares.
Dios nos dio las estaciones por una razón. Es un Dios de estaciones y ritmos. Hay un propósito en cada estación de la Tierra, pero también en cada estación que atravesamos. Hay algo intrínsecamente humano en las estaciones. Dios sabía que necesitaríamos descansos y cambios en nuestras vidas. No se puede correr duro tras algo durante mucho tiempo sin antes descansar. Necesitamos límites y tiempo, algo que Dios no necesita. Pero en su misericordia e infinita sabiduría, los ha establecido para nosotros.
“Mientras la tierra permanezca, la siembra y la cosecha, el frío y el calor, el verano y el invierno, el día y la noche, no cesarán.” Génesis 8:22
El otoño es conocido como un tiempo de cosecha. Puede que te sientas agotado, cansado de este año. Puede que hayas pasado este año sembrando tantos sueños, esperanzas y que hayas invertido en gente. Personalmente, he pasado gran parte de este año invirtiendo en mi propia salud mental, en los límites de mis relaciones con los demás, y he dedicado mucho tiempo y energía en resolver mis problemas habituales y mis conductas poco saludables. Me siento cansada de atravesar esta montaña de crecimiento personal y parece que estoy muy lista para avanzar con Dios.
¿Y qué hay de ti? ¿Qué podría estar listo en tu alma para que Dios lo coseche? ¿Qué fruto está a punto de madurar?
Si has pasado este año invirtiendo en algo, en alguien, en una esperanza o en un sueño, simplemente quiero animarte a estar expectante. A estar atento. Atrévete a esperar. En un año marcado por tanto sufrimiento, seguimos sirviendo a un Dios poderoso, un Dios que todo lo ve. Servimos a un Dios que vela por sus fieles. Que busca en la tierra a aquellos que lo elegirán y lo adorarán, aquellos que responderán a la palabra que ha dicho. Puedes sentirte invisible hoy, pero puedo asegurarte que su ojo está sobre ti y su mano sobre tu vida.
Tómate un tiempo en los próximos días para mirar hacia dentro, para preguntarte: “Dios, ¿qué estás haciendo en mí? ¿Qué estás haciendo en aquellos que amo? ¿Qué estás haciendo en este mundo? ¿Qué promesa cumplirás en mí? ¿Qué nueva cosa estás haciendo?
Gálatas 6:9 dice: “Y no nos cansemos de hacer el bien, porque a su tiempo segaremos, si no nos damos por vencidos”.
Estoy cansada. Probablemente tú también lo estés. Pidamos al Dios de la cosecha que se mueva. Mientras esta estación cambia, este año cambia, únete a mí en oración para que la cosecha sea recogida en mi corazón y en el tuyo. En esas cosas en las que has perseverado, en tus hijos, en tu matrimonio, en tu amistad, en tu carrera. Y ora para que todos seamos fortalecidos y no nos demos por vencidos mientras hacemos el bien.