La política parece ser de las cosas más complejas y polémicas de la vida. Al menos, desde la perspectiva del ciudadano común, es difícil saber en quién confiar. La información de los noticieros puede estar sesgada, los políticos pueden manipular la verdad, y quién sabe cuántas conversaciones suceden detrás de la escena.

La tensión crece mucho más cuando nuestros países atraviesan época electoral.

Como ciudadanos responsables, no podemos estar al margen de lo que acontece a nuestro alrededor. No vivimos en una burbuja hermética; vivimos en este mundo con una misión. Sin embargo, la confusión del futuro de nuestras sociedades genera en el creyente una gama de reacciones adversas. En algunos, puede ser el temor de lo incierto, en otros la ira contra personajes corruptos. La manifestación de tantos sentimientos se evidencia en conversaciones diarias, causando aún más confusión. Mensajes explícitos en redes sociales, a favor o en contra, agitan la sensación de desesperanza.

Quizás te sientas así, o lo hayas sentido en algún punto del camino. No te preocupes, es legítimo, pero no lo es todo.
Más que lamentarnos o airarnos, es tiempo de humillarnos y hablar con Dios. Indiscutiblemente la oración ferviente en medio de la turbulencia que vive nuestra nación es el llamado del Señor para cada creyente. En otras palabras, aun si no entendemos lo que pasa a nuestro alrededor, si no sabemos bien qué deberíamos apoyar, o incluso si no nos queda claro por qué Dios permite esto o aquello, lo que sí podemos afirmar categóricamente es que tú y yo somos llamados a orar al respecto.

La instrucción es muy clara en 1 Timoteo 2:1-2 (RV60): “Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad.”

Esta es una amonestación muy importante para los creyentes. Particularmente, la iglesia en Éfeso que recibe esta carta se encuentra atacada por enseñanzas ajenas a la verdad (1Timoteo 1:3), a tal punto que incluso algunos han abandonado la fe (1 Timoteo 1:19-20). El apóstol hace énfasis en la amonestación a la oración en todas sus formas por todas las personas.

Probablemente aquella comunidad de cristianos había perdido su sentido de misión. No solo se habían dejado contaminar por enseñanzas tergiversadas, sino que habían olvidado su papel en aquella sociedad. La exhortación es a interceder por todos aquellos que necesitan el mensaje de la salvación en Cristo. Particularmente, la oración debe incluir a aquellos que se encuentran en las esferas políticas.

Sin duda, muchas preguntas nos surgen de este pasaje, y pocos detalles se explican en él. Eso es tema para una buena y extensa conversación. No obstante, hay una cosa segura: debemos orar.
Toma ahora un momento para orar por aquellas personas que están en gobierno, por aquellas que están postuladas, por aquellos que pronto estarán. En medio de todas las peticiones, con toda seguridad debemos pedir que el Señor en su gracia le permita a cada uno conocer la verdad (2:4). Esa verdad que trae libertad es Cristo (2:5).

Asimismo, en esta oración, pídele al Señor que guarde tu mente y corazón. Asegúrate de que se llenan de la verdad. No dejes que se alejen de la fe, no permitan que se contaminen. Ante tanta confusión, que siempre mantengan la actitud correcta delante de Dios.