Devocional

1 Pedro 1:8-9 me llena de deseos de alegrarme de una manera que toque el corazón de mi Padre celestial. Este pasaje dice: “Ustedes lo aman a pesar de no haberlo visto; y, aunque no lo ven ahora, creen en él y se alegran con un gozo indescriptible y glorioso, pues están obteniendo la meta de su fe, que es su salvación”. ¿Cómo será regocijarse con un gozo que es “indescriptible y glorioso”? ¿Cómo será tener nuestros corazones tan llenos de alabanzas que nuestros labios no puedan expresar la abrumadora bondad de Dios?

En el famoso himno, Oh amor de Dios, Frederick M. Lehman escribió: “Oh amor de Dios, su inmensidad, el hombre no podrá contar; ni comprender la gran verdad que Dios al hombre pudo amar”.

Estamos diseñados para ser sorprendidos continuamente por las maravillas de nuestro Padre celestial. Tan grande es su amor por nosotros que toda la tinta y el papel del mundo no podrían describir adecuadamente la profundidad de su misericordia hacia sus hijos, y tan poderoso es su amor que nosotros, como sus hijos, nunca podremos dejar de cantarle alabanzas.

¿Te sientes impresionado por Dios? ¿Está tu corazón envuelto en la insondable bondad de su gracia? Estar lleno de gozo inexpresable es la respuesta natural al ver cuán verdaderamente bueno es Dios en comparación con lo verdaderamente quebrantados que estamos nosotros. Se supone que la alegría es el desbordamiento de una relación verdadera y tangible con un Dios que dio su propia vida únicamente porque ansiaba desesperadamente tener una relación restaurada con nosotros.

Como hijos del Dios Altísimo debemos tomarnos el tiempo para permitirle que nos sorprenda y para maravillarnos con sus increíbles obras. Fuimos creados con un anhelo insaciable de fascinación. Nos encanta reflexionar sobre aquello que nunca comprenderemos completamente. Dios creó el universo como un ejemplo de lo insondable y fascinante que él es. Proverbios 25:2 dice: “Gloria de Dios es ocultar un asunto, y gloria de los reyes el investigarlo”. Él es un Dios lleno de maravillosos misterios que fuimos diseñados para investigar. Nuestra alegría inexpresable es pasar tiempo con el Creador de galaxias que el ojo humano nunca verá y de detalles minúsculos demasiado pequeños como para poder contemplar.

Mateo 13:44 dice: “El reino de los cielos es como un tesoro escondido en un campo. Cuando un hombre lo descubrió, lo volvió a esconder, y lleno de alegría fue y vendió todo lo que tenía y compró ese campo”. Dios vale tu vida. La plenitud de la relación con él es mucho mayor que cualquier posesión que el hombre pueda alcanzar. El gran misterio en toda la creación es un mero reflejo de la naturaleza infinita y amorosa de nuestro Padre celestial. Tómate hoy un tiempo para regocijarte con una alegría inexpresable ante la revelación de cuán grande es Dios. Permítele que te guíe a nuevas y refrescantes profundidades de su amor. Que descubras hoy el tesoro de la relación restaurada con tu misterioso y fascinante Padre celestial.