No sé tú, pero estos días tan inciertos me tienen ansiosa. Lo siento en mis huesos, en lo profundo de mi ser. Mis pensamientos a menudo dan vueltas, y siento que no puedo escapar del ruido – el ruido de nuestra cultura, nuestra política, la pandemia, mi miedo a ser juzgada por los demás en torno a mis afiliaciones políticas o mi nivel de precaución en torno a Covid.

El miedo que siento a veces es completamente debilitante. No puedo funcionar. Emocionalmente, no siento que pueda poner un pie delante del otro. Mi mente se siente como un caos total.

¿Te sientes identificado?

Hoy me di cuenta de que ha pasado mucho tiempo desde que me tomé el tiempo de escribir un diario y volcar el corazón y mente a Dios, un deshago de cerebro, por así decirlo. A través de repetidos actos de represión de mis sentimientos, he dejado que estos pensamientos y miedos se acumulen dentro de mí. Y ahora mi agobio está al límite.

Un lugar al que vuelvo una y otra vez en medio de la ansiedad o el agobio es el Salmo 62. En él, David parece desesperado, ansioso, muy consciente del caos que le rodea, recordándose constantemente a sí mismo que Dios es su roca y fuente de salvación. En las palabras de David, veo su miedo y su cansancio por los constantes ataques. Aunque no experimento físicamente este tipo de ataque, lo siento espiritualmente. Lo siento emocional y mentalmente. ¿Y qué hay de ti?

Solo en Dios halla descanso mi alma;
    de él viene mi salvación.
 Solo él es mi roca y mi salvación;
    él es mi protector.
    ¡Jamás habré de caer!

 ¿Hasta cuándo atacarán todos ustedes a un hombre para derribarlo?

Es como un muro inclinado,
    ¡como una cerca a punto de derrumbarse!
 Solo quieren derribarlo
    de su lugar de preeminencia.
Se complacen en la mentira:
    bendicen con la boca,
    pero maldicen con el corazón. Selah

 Solo en Dios halla descanso mi alma;
    de él viene mi esperanza.
 Solo él es mi roca y mi salvación;
    él es mi protector
    y no habré de caer.
 Dios es mi salvación y mi gloria;
    es la roca que me fortalece;
    ¡mi refugio está en Dios!

Salmo 62:1-7

Cuando miro al siguiente verso, veo una hermosa promesa:

Confía siempre en él, pueblo mío; ábrele tu corazón cuando estés ante él. ¡Dios es nuestro refugio! Selah”. Salmo 62:8

Mi falta de control en estos tiempos de incertidumbre ha causado una tormenta de miedo y ansiedad. La confianza no ha sido mi porción. Confío mucho más fácilmente cuando me siento en control. ¿Pero es eso realmente confianza?. La confianza debería ponernos a prueba, debería por naturaleza costarnos algo. Y ese algo es el control.

Pero cuando miro las palabras de David, veo que incluso en medio de tormentas inciertas, en medio de un ataque, hay una invitación a confiar, a extender la mano, a derramar y ser encontrado en medio de un refugio.

Oxford describe un refugio como “una condición de estar a salvo o protegido de la persecución, el peligro o los problemas”. ¿Te unirás a mí en este acto de confianza? A menudo no sé qué hacer con mi miedo y mi ansiedad, pero hoy me ha quedado muy claro.

Tomemos hoy un tiempo  para escribir nuestro pesar y  derramar nuestros corazones ante Dios. Creo que mientras lo hacemos, la confianza será un efecto natural. Que podamos descubrir que estamos rodeados por los altos y fuertes muros de SU refugio mientras nos escondemos en él.

Guía para escribir:

1) ¿Qué ansiedad o miedo te está atormentando hoy? ¿Qué sientes que está completamente fuera de control? Escriba estas cosas. Vierte tu corazón a Dios, no te guardes nada.

2) Toma unos minutos con las manos extendidas, con las palmas hacia abajo, y entrega esas cosas a Dios. Háblale en voz alta. Déjalas ir, liberándolas de tus manos como un acto simbólico. Toma el tiempo que necesites.

3) Cuando termines, levanta tus manos hacia el cielo. Haz esta oración: “Dios, gracias por llevar mis cargas. Gracias por tener el control en última instancia. Suelto todo el control que creo que tengo en ti. Recibo tu paz. Trae tu paz como un río a mí. Padre, envuélveme en tu paz. Rodéame Cristo y sé un verdadero refugio para mi alma. Reconozco que estás conmigo ahora y a medida que avanzo. Gracias por tu presencia. Escóndeme en ti. Amén”.