Introducción

En el devocional de hoy, el último de nuestra serie sobre las parábolas, veremos las parábolas de la oveja y la moneda perdidas. Espero que hoy descubras lo valioso que eres a los ojos de Dios. Y que te sientas capacitado para verte a ti mismo, tu valor, como lo hace él.

Pasaje Bíblico

“Supongamos que uno de ustedes tiene cien ovejas y pierde una de ellas. ¿No deja las noventa y nueve en el campo, y va en busca de la oveja perdida hasta encontrarla? Y, cuando la encuentra, lleno de alegría la carga en los hombros y vuelve a la casa. Al llegar, reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: ‘Alégrense conmigo; ya encontré la oveja que se me había perdido’. Les digo que así es también en el cielo: habrá más alegría por un solo pecador que se arrepienta que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse”. Lucas 15:4-7

“O supongamos que una mujer tiene diez monedas de plata y pierde una. ¿No enciende una lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? Y, cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: ‘Alégrense conmigo; ya encontré la moneda que se me había perdido’. Les digo que así mismo se alegra Dios con sus ángeles por un pecador que se arrepiente”. Lucas 15:8-10

Adoración

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Devocional

Si el núcleo de las enseñanzas de Jesús sobre el evangelio pudiera resumirse en dos historias, éstas serían las parábolas de la oveja perdida y de la moneda perdida. Ambas historias ilustran una verdad crucialmente importante: Dios nos busca. Ambas muestran claramente el corazón de Dios para nosotros en que él, voluntaria y apasionadamente, viene a encontrarnos y ayudarnos donde sea que estemos. Al observar estas importantes parábolas, abre tu corazón y permite que la realidad de la búsqueda de Dios por ti transforme la forma en que te relacionas con él y despierte tus deseos de buscar su rostro.

Jesús dice en Lucas 15:4-7:

“Supongamos que uno de ustedes tiene cien ovejas y pierde una de ellas. ¿No deja las noventa y nueve en el campo, y va en busca de la oveja perdida hasta encontrarla? Y, cuando la encuentra, lleno de alegría la carga en los hombros y vuelve a la casa. Al llegar, reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: ‘Alégrense conmigo; ya encontré la oveja que se me había perdido’. Les digo que así es también en el cielo: habrá más alegría por un solo pecador que se arrepienta que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse”.

Luego Jesús enseña en los versículos 8-10:

“O supongamos que una mujer tiene diez monedas de plata y pierde una. ¿No enciende una lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? Y, cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: ‘Alégrense conmigo; ya encontré la moneda que se me había perdido’. Les digo que así mismo se alegra Dios con sus ángeles por un pecador que se arrepiente”.

Jesús cuenta dos parábolas para volver a enfatizar una verdad que revolucionaria. El Único, el Dios Verdadero, el Rey de reyes y el Señor de señores, nos valora tanto que deja todo atrás para buscar una relación con nosotros. Tan grande es el deseo de Dios de restablecer la relación contigo que bajó de su trono, dejó una perfección trascendente y vivió su vida terrenal en un servicio total hacia nosotros, lo que lo llevó a una muerte injustificada y sacrificial.

¿Te has dado plenamente cuenta de esa verdad en tu corazón? ¿Has tocado la grandeza y el amor de nuestro Dios hasta el punto de que la profundidad de su amor sea tu principal realidad? Muy a menudo pasamos de largo delante del mensaje central del evangelio porque lo hemos escuchado antes, y no permitimos que se extienda más allá de nuestra mente hasta nuestro corazón. La verdad transforma nuestra vida cuando descansa en nuestro corazón, impacta nuestras emociones y se vuelve real para nosotros. Eras la oveja indefensa y perdida. Eras la moneda tan valiosa que Dios trabajó y buscó hasta que la tuvo en su poder. Eres del más alto valor para el Único que verdaderamente decide la esencia del valor. No dejes que esa verdad te pase de largo hoy. A cambio, tómala, reflexiona y lucha con ella hasta que se convierta en la base de cada decisión, pensamiento y acción en tu vida.

Respondamos a la profundidad de la búsqueda de Dios con nuestra búsqueda. Dejemos que Dios ponga cada parte de nuestras vidas completamente bajo su poder. Seamos la recompensa del sacrificio de Jesús. En el Salmo 27:8 David dice: “El corazón me dice: ‘¡Busca su rostro!’. Y yo, Señor, tu rostro busco”. Dios te está llamando y te dice: “Busca [mi] rostro”. Él espera pacientemente tu respuesta, emocionado con la idea de que vivas tu vida recibiendo la abundancia que te ofrece el sacrificio de Jesús.

Medita en la verdad poderosa y fundamental que se encuentra en las parábolas de la oveja perdida y la moneda perdida. La meditación es una forma efectiva de tomar conocimiento y permitir que se hunda en nuestros corazones. Descansa en la verdad de la enseñanza de Jesús.

Pase tiempo en oración meditando en la búsqueda de Dios por usted y respondiendo a él buscando su rostro.

Guía de Oración

1. Medita en la verdad poderosa y fundamental que se encuentra en las parábolas de la oveja perdida y la moneda perdida. La meditación es una forma efectiva de tomar el conocimiento y permitir que se hunda en nuestros corazones. Descansa en la verdad de la enseñanza de Jesús.

“Supongamos que uno de ustedes tiene cien ovejas y pierde una de ellas. ¿No deja las noventa y nueve en el campo, y va en busca de la oveja perdida hasta encontrarla? Y, cuando la encuentra, lleno de alegría la carga en los hombros y vuelve a la casa. Al llegar, reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: ‘Alégrense conmigo; ya encontré la oveja que se me había perdido’. Les digo que así es también en el cielo: habrá más alegría por un solo pecador que se arrepienta que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse”. Lucas 15:4-7

“O supongamos que una mujer tiene diez monedas de plata y pierde una. ¿No enciende una lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? Y, cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: ‘Alégrense conmigo; ya encontré la moneda que se me había perdido’. Les digo que así mismo se alegra Dios con sus ángeles por un pecador que se arrepiente”. Lucas 15:8-10

2. Pídele al Espíritu que te guíe en un tiempo de respuesta. ¿Cómo puedes buscar el rostro de Dios? ¿Qué puedes hacer para ofrecer tu vida como recompensa por el sacrificio de Jesús?

“Pero, si desde allí buscas al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, lo encontrarás”. Deuteronomio 4:29

“Bueno es el Señor con quienes en él confían, con todos los que lo buscan”. Lamentaciones 3:25

3. Busca a Dios en fe hoy. Dios te promete su presencia, su cercanía. Anhela guiarte hacia una relación real con él donde satisfaga tus deseos más profundos. Cuando lo busques, permítele que te llene con el poder y el amor de su presencia.

“En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan”. Hebreos 11:6

“Los leoncillos se debilitan y tienen hambre, pero a los que buscan al Señor nada les falta”. Salmo 34:6-10

“El corazón me dice: ‘¡Busca su rostro!’. Y yo, Señor, tu rostro busco”. Salmo 27:8

Lectura Complementaria

La principal característica que marca a aquellos que viven la vida en el Espíritu es su continua búsqueda de Dios. El Salmo 34:10 nos promete que “a los que buscan al Señor nada les falta”. Dios siempre responderá a tu búsqueda de él porque su mayor deseo es una relación contigo. No tienes que tener miedo de buscarlo, preguntándote si lo encontrarás real y receptivo. Ya te lo ha prometido. Toma Hebreos 11:16 y vive tu vida en obediencia a su palabra. Ten fe y cree “que él existe y que recompensa a quienes lo buscan”. Que hoy puedas descubrir una realidad más profunda de su cercanía, amor y búsqueda de ti como tu respuesta a la palabra de Dios en la fe.

Lectura Complementaria: Salmo 27 o ve el video de el Proyecto La Biblia en Salmos.