Introducción
Ver a Dios correctamente es esencial para centrar tu vida en torno a Él y su presencia. Muchos de nosotros tenemos una visión contaminada de los padres terrenales, pero hoy Dios quiere renovar tu visión de Él como tu perfecto Padre celestial. A medida que crecemos en la comprensión del amor perfecto de Dios y de su relación con nosotros, que el centrar tu vida en torno a su presencia se vuelva algo natural.
Pasaje Bíblico
“Para nosotros no hay más que un solo Dios, el Padre, de quien todo procede y para el cual vivimos; y no hay más que un solo Señor, es decir, Jesucristo, por quien todo existe y por medio del cual vivimos”. 1 Corintios 8:6
Adoración
Isaac Moraleja – Buen Padre (LETRA “Good Good Father” Español) Música Cristiana Día del Padre
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Devocional
Si hay algo que tiene el poder de transformar dramáticamente las vidas de los creyentes, es que podemos llamar a Dios “Abba” o “Padre”. Ver a Dios como nuestro Padre lo cambia todo. En el libro de Brennan Manning, The Furious Longing of God (El deseo furioso de Dios), él hace una pregunta pertinente y poderosa:
¿Se caracteriza tu vida de oración por la sencillez, la franqueza infantil, la confianza ilimitada y la tranquila familiaridad con la que un pequeño se arrastra hasta el regazo de su papá? ¿Se caracteriza por la segura certeza de que al papá no le importa si el niño se duerme, si comienza a jugar con juguetes o incluso si comienza a conversar con sus amiguitos, porque sabe que el niño esencialmente ha elegido estar con él en ese momento? ¿Es ese el espíritu de tu vida interior de oración?
Cuando leí estas preguntas por primera vez, pensé: “Seguramente no puede ser tan simple. Seguramente esto no puede ser todo lo que Dios espera de mí”. Hemos perdido la noción de lo que realmente significa ser hijos de un Padre bueno, cercano y amoroso. Hemos proyectado nuestras propias inseguridades, perspectivas y experiencias en un Dios que es el amor encarnado. No hay nada que podamos hacer para que Dios nos ame más de lo que él ya lo hace. Y no hay nada que podamos hacer para que él nos ame menos. Dios nos ama porque nos ama. Él nos disfruta porque nos disfruta. Él quiere estar con nosotros porque así es como es, no porque de alguna manera podamos ganar su deseo por nosotros.
Juan 3:16 dice: “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna”. Aun cuando estábamos en pecado y separados de Dios, él nos amó lo suficiente como para pagar el precio más alto para tenernos. Tan grande fue la profundidad de su amor por nosotros que Jesús dio su propia vida como la expiación por nuestros errores, fracasos, debilidades y fragilidad. Si Dios nos amó entonces incondicionalmente, nos ama ahora incondicionalmente. Si Dios nos escogió entonces, nos escoge ahora. Si Dios nos deseaba entonces, nos desea ahora.
Si vamos a centrar nuestras vidas en torno a un encuentro con Dios, debemos entender la naturaleza de su amor por nosotros. Debemos comenzar a relacionarnos con él como nuestro Padre bueno y amoroso por encima de todo. Debemos dejar de lado cualquier idea de que él está enojado con nosotros, lejos o carente de amor o deseo. Solo seremos atraídos a nuestro Padre celestial en la medida en que le tomemos la palabra y confiemos en su amor por nosotros. Tómate un tiempo hoy para recibir el amor incondicional e incontenible de Dios por ti. Permite que su amor reoriente tus perspectivas y creencias y responde a su gran amor abriendo tu corazón y teniendo comunión con tu Creador, Sustentador y tu Padre celestial amoroso.
Guía de Oración
1. Medita en lo bueno de que Dios sea tu Padre perfecto. ¿Qué significaría para tu relación con él si realmente lo vieras de esta manera? ¿Cómo vas a reorientar tus perspectivas a la luz de su palabra?
“Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna”. Juan 3:16
“Y no llamen ‘padre’ a nadie en la tierra, porque ustedes tienen un solo Padre, y él está en el cielo”. Mateo 23:9
“Toda buena dádiva y todo don perfecto descienden de lo alto, donde está el Padre que creó las lumbreras celestes, y que no cambia como los astros ni se mueve como las sombras”. Santiago 1:17
2. ¿De qué manera has visto a Dios, que no sea como un Padre amoroso? ¿En qué situaciones lo has visto como un capataz, un Creador distante o un Padre enojado o pasivo?
“¿Se caracteriza tu vida de oración por la sencillez, la franqueza infantil, la confianza ilimitada y la tranquila familiaridad con la que un pequeño se arrastra hasta el regazo de su papá? ¿Se caracteriza por la segura certeza de que al papá no le importa si el niño se duerme, si comienza a jugar con juguetes o incluso si comienza a conversar con sus amiguitos, porque sabe que el niño esencialmente ha elegido estar con él en ese momento? ¿Es ese el espíritu de tu vida interior de oración?”. Brennan Manning, The Furious Longing of God (El deseo furioso de Dios)
3. Pídele a Dios que te ayude a encontrar la profundidad de su amor. Tómate un tiempo para recibir su presencia y descansa en su bondad. Abre cualquier parte de tu vida que no esté dando el fruto de su amor incondicional y recibe todo el afecto que tiene para dar.
“Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en las regiones celestiales con toda bendición espiritual en Cristo”. Efesios 1:3
Lectura Complementaria
Eres el hijo de un Padre bueno, cercano y amoroso. Ver a Dios como tu Padre no solo afecta tu percepción de él, sino también la percepción de ti mismo. Dios te ama, le gusta tal como eres, te disfruta. El Dios que solo piensa, siente y dice la verdad valora la relación contigo lo suficiente como para enviar a su único Hijo a morir por ti. Nunca permitas que el mundo o el enemigo hagan tambalear la base de amor de tu Padre celestial. Ningún fracaso, debilidad o pecado podría cambiar el hecho de que eres amado, aceptado y valorado. Que hoy encuentres paz donde solo ha habido soledad, presión e insatisfacción.
Lectura Complementaria: Juan 17 o ve el video de el Proyecto La Biblia en Juan 13-21.