Introducción

A medida que nos sumergimos más profundamente en la plenitud de la vida disponible para nosotros esta semana, es esencial considerar el concepto de reconocer nuestra necesidad de Dios. Nunca probaremos la plenitud de la suficiente gracia de Dios hasta que aprendamos a vivir humildes, reconociendo nuestra necesidad y debilidad ante el Señor. Muchos de nosotros tenemos miedo de parecer débiles y nos desgastamos trabajando para sentirnos suficientes dentro de nosotros mismos. El único camino hacia el verdadero poder y libertad es aceptar nuestra necesidad y nuestra carencia. Que experimentes esa libertad y esa fuerza de Dios hoy.

Pasaje Bíblico

“Podrán desfallecer mi cuerpo y mi espíritu, pero Dios fortalece mi corazón; él es mi herencia eterna”. Salmo 73:26

Adoración

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Devocional

El mejor lugar para nuestros corazones es en el reconocimiento constante de nuestra necesidad de Dios. Nuestro Dios nunca nos impone su ayuda. Él nunca nos obliga a seguir su perfecta y agradable voluntad, y nunca nos obliga a los encuentros con él para los que fuimos creados. Pero, tan pronto como reconocemos nuestra necesidad de él, su amor viene corriendo, satisfaciendo cada lugar seco y cansado de nuestro corazón.

En Lucas 10:38-42 encontramos una de las lecciones más importantes de toda la Biblia:

“Mientras iba de camino con sus discípulos, Jesús entró en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María que, sentada a los pies del Señor, escuchaba lo que él decía. Marta, por su parte, se sentía abrumada porque tenía mucho que hacer. Así que se acercó a él y le dijo: ‘Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sirviendo sola? ¡Dile que me ayude!’. ‘Marta, Marta —le contestó Jesús—, estás inquieta y preocupada por muchas cosas, pero solo una es necesaria. María ha escogido la mejor, y nadie se la quitará’”. 

Las palabras de Jesús me llevan a un llamado superior. De todas las cosas que puedo hacer, yo deseo “la mejor”, la que nadie me quitará. Veo aquí una verdad que demasiado a menudo no sigo: lo mejor que puedo “hacer por Dios” es sentarme a sus pies. Lo que él más desea de mí es simplemente que abra mi corazón y deje que él me ame, me enseñe, me sane y esté conmigo. María reconoció su necesidad de Dios y se sentó a los pies del Amor. María miró a Jesús como su fuente, no a la opinión de su hermana, y obtuvo la afirmación de Dios mismo.

¿Con cuánta frecuencia permitimos que las cosas temporales y fugaces de esta vida sean suficientes? ¿Con cuánta frecuencia nos conformamos con mucho menos de lo que tenemos a nuestra disposición? ¿Con cuánta frecuencia permitimos que las caprichosas afirmaciones de los hombres sean suficientes cuando podemos saber lo que nuestro Padre celestial piensa de nosotros? (Salmo 139:17-18).

El Salmo 73:26 dice: Podrán desfallecer mi cuerpo y mi espíritu, pero Dios fortalece mi corazón; él es mi herencia eterna”. Busquemos lo que es duradero y verdaderamente satisfactorio. Dejemos a un lado los caminos de este mundo y pasemos nuestros días viviendo para la presencia de Dios. Centremos nuestras vidas alrededor de Jesús. Reconozcamos nuestra necesidad de Dios para que podamos recibir todo el amor, la ayuda, la sanación y la transformación que anhela brindarnos hoy.

Tómate un tiempo en la oración guiada para elegir la mejor parte y pasa un tiempo a los pies de tu amoroso Salvador.

Guía de Oración

1. Medita en la importancia de reconocer tu necesidad de Dios.

“Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada”. Juan 15:5

2. ¿En qué áreas has sido autosuficiente? ¿En qué aspectos has estado permitiendo que las cosas del mundo sean suficientes?

Podrán desfallecer mi cuerpo y mi espíritu, pero Dios fortalece mi corazón; él es mi herencia eterna”. Salmo 73:26

3. Desecha las cosas del mundo, sus preocupaciones, tensiones y temores, y tómate un tiempo para sentarte a los pies de Jesús. Pídele que te haga consciente de su cercanía. Pídele que te llene con su presencia. Tómate un tiempo para descansar en su bondad.

“¡Refúgiense en el Señor y en su fuerza, busquen siempre su presencia!”. 1 Crónicas 16:11

“Así que mi Dios les proveerá de todo lo que necesiten, conforme a las gloriosas riquezas que tiene en Cristo Jesús”. Filipenses 4:19

Lectura Complementaria

Que Mateo 11:25-30 te guíe a todo lo que está a tu disposición en cualquier lugar, en cualquier momento. Que puedas experimentar una paz que supere todo entendimiento:

“En aquel tiempo Jesús dijo: ‘Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque habiendo escondido estas cosas de los sabios e instruidos, se las has revelado a los que son como niños. Sí, Padre, porque esa fue tu buena voluntad. Mi Padre me ha entregado todas las cosas. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiera revelarlo. Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma. Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana’”.

Lectura Complementaria: Juan 15 o ve el video de el Proyecto La Biblia en Juan 13-21.