Devocional

El Espíritu Santo que mora dentro de nosotros como creyentes es nuestra puerta de entrada al corazón de Dios. Es a través de él que podemos conocer los pensamientos, las emociones y la voluntad del Padre. Es a través de él que crecemos en nuestra revelación de Dios a través de la Biblia. Y es a través de él que encontramos la presencia manifiesta de Dios.

En Juan 16:13 Jesús dice: “Pero, cuando venga el Espíritu de la verdad, él los guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que dirá solo lo que oiga y les anunciará las cosas por venir”.1 Corintios 2:10-11 dice: “Ahora bien, Dios nos ha revelado esto por medio de su Espíritu, pues el Espíritu lo examina todo, hasta las profundidades de Dios. En efecto, ¿quién conoce los pensamientos del ser humano sino su propio espíritu que está en él? Así mismo, nadie conoce los pensamientos de Dios sino el Espíritu de Dios”. 

El hecho de encontrarse con el corazón de Dios a través del Espíritu Santo debe ser algo normal para los creyentes; no se supone que sea extraño el escuchar a Dios. Conocer el corazón de Dios momento a momento no es algo reservado para unos pocos elegidos. Estamos creados para conocer al Padre y al Hijo a través el Espíritu Santo. Estamos creados para una relación real, auténtica y transformadora con toda la Deidad.

A menos que permitamos que Dios cree en nosotros una nueva forma de acercarnos al Espíritu, nunca experimentaremos la plenitud de la vida que Jesús nos ofrece por medio de su muerte en la cruz. A menos que abramos nuestros corazones al Espíritu y le permitamos que nos enseñe cómo vivir la vida en comunión con él, nunca estaremos arraigados y cimentados en el amor y la gracia de Dios. Y sin estar arraigados en el amor de Dios, las tormentas de esta vida siempre causarán estragos innecesarios.

Hoy el Espíritu anhela guiarte hacia el corazón de Dios. Él desea compartir contigo los “pensamientos de Dios”. Anhela que conozcas las profundidades de su amor y gracia. Permite que Dios cree una nueva manera de relacionarte con el Espíritu. Busca su voluntad antes de tomar decisiones de las que no estás seguro. Busca su corazón cuando te sientas angustiado, inseguro o frustrado. Busca su presencia cuando las preocupaciones del mundo comiencen a pesarte. Que puedas crecer en comunión con el Espíritu que mora dentro de ti al entrar en un tiempo de oración guiada.